Te conocí un día de enero,
con la luna en mi nariz,
y como vi que eras sincero,
en tus ojos me perdí.
Qué torpe distracción
y qué dulce sensación.
Y ahora que andamos por el mundo
como Eneas y Benitín,
ya te encontré varios rasguños
que te hicieron por ahí.
Pero mi loco amor
es tu mejor doctor.
Voy a curarte el alma en duelo.
Voy a dejarte como nuevo
y todo va a pasar.
Pronto verás el sol brillar.
Tú, más que nadie, mereces ser feliz.
Ya vas a ver cómo van sanando poco a poco tus heridas.
Ya vas a ver cómo va la misma vida
a decantar la sal que sobra en el mar.
Y aunque hayas sido un extranjero hasta en tu propio país,
si yo te digo “¿cómo dices?”,
tú aún dices “¿qué decís?”,
y lloras de emoción
oyendo un bandoneón.
Y aunque parezcas despistado
con ese caminar pausado,
conozco la razón que hace doler tu corazón.
Por eso quise hacerte esta canción.
Ya vas a ver cómo van sanando poco a poco tus heridas.
Ya vas a ver cómo va la misma vida
a decantar la sal que sobra en el mar.
Ya vas a ver cómo van sanando poco a poco tus heridas.
Ya vas a ver cómo va la misma vida
a decantar la sal que sobra en el mar.