Les contaré señores
la historia muy bonita
de linda potranquita
con ojos soñadores,
colita de caballo
andar pasi trotero,
de crines muy hermosas,
corría por los esteros.
Era una potra muy singular,
no conocía el amor,
no conocía corral,
no conocía bozal,
solo quería vivir
por el palmar.
Era la potra zaina
la flor de la llanura,
caballos y potrones
sufrían por su hermosura;
coqueta se miraba
su sombra en la laguna,
paseando en las sabanas
en las noches de luna.
La potranca al fin se descuidó
y un día primaveral,
a orillas del palmar
en mi lazo cayó,
la zaina así perdió
su libertad.
No quiere el freno morder,
ni la montura llevar,
riendas no quiere sentir,
ni que le pongan bozal,
y cuando está en el potrero
se oye silbar al gavilán,
se escucha a la potranquita
triste llorar.
A esa potra la voy a domar,
la enseñare a querer,
le enseñare a llevar
el freno y el bozal,
y luego le daré
su libertad.
No quiere el freno morder,
ni la montura llevar,
riendas no quiere sentir
ni que le pongan bozal
y cuando está en el potrero
se oye silbar al gavilán,
se escucha a la potranquita
triste llorar.
A esa potra la voy a domar,
la enseñare a querer,
le enseñare a llevar
el freno y el bozal,
y luego le daré
su libertad.