El pasado lunes 4 de abril se cumplió un nuevo aniversario de El Día del Cuatro, fecha especial para todos los que ejecutamos el instrumento nacional y que desde 2013, año en que nuestro Cuatro fue declarado Patrimonio Cultural de la Nación, hemos celebrado y nos hemos comprometido cada vez más a difundir la actividad del noble arte de la música en las manos de nuestros mejores exponentes y a enseñar la versatilidad que ofrecen esas cuatro cuerdas y que no tienen nada que envidiar a otros instrumentos cordófonos del mundo entero. Pero este año nos deparaba un sabor especial ya que en esta ocasión la celebración incluía la presentación de un documental dedicado a La Siembra del Cuatro, iniciativa que desde 2004 y por 11 años (este año serán 12) le ha regalado al país los mejores talentos de la cuatrística encontrados a lo largo y ancho de la Nación y que hoy más que una siembra ya es menester hablar de cosecha que como el buen vino madura y envejece mejorando su sabor. Talento venezolano de exportación del que debemos sentir orgullosos llevando nuestra música a todos los rincones del orbe. Y el escenario elegido en esta ocasión fue el Centro Cultural Chacao, donde en una sesión íntima y donde TuCuatro también se hizo presente no solamente se presentó el documental sino también una muestra en vivo de ese talento vivo surgido de las entrañas de La Siembra.
El documental “La Siembra del Cuatro. 11 años” de corta duración evoca imágenes conmovedoras para todo cuatrista, el hecho de conocer ejecutantes y virtuosos de todos los rincones del país y que en sana competencia y espíritu de camaradería y amistad eterna hizo trascender a La Siembra de un mero festival a convertirse en la gran fiesta anual del cuatro venezolano no solamente creando un nuevo movimiento musical que cada día experimenta y lleva al cuatro venezolano más allá de sus posibilidades. Sin ese impulso, nombres como Jorge Glem, Carlos Capacho, Héctor Molina, Daniel Requena, Nelson González, Edward Ramírez, Luis Pino, Miguel Siso, Henry Linarez, entre otros serían unos ilustres desconocidos o confinados al dominio de una pequeña cofradía de melómanos. Pero no solamente las individualidades sino ver cómo han surgido grupos producto de esta experiencia personal de los cuatristas que le dieron una nueva dimensión a nuestra música y que hoy hacen las delicias de los oídos venezolanos e hinchan de orgullo el pecho nacional. Nos recuerda a su vez que el cuatro como instrumento nacional es un factor de unidad y donde independientemente de ideologías o posiciones políticas particulares existe un consenso. El Cuatro es el país posible.
Eso último fue lo más rescatable de las palabras de Cheo Hurtado antes del bautizo del documental. El cuatro pone de acuerdo a izquierdas y derechas y rescata la camaradería típica de los venezolanos así como el beisbol. Al fin y al cabo y por analogía para tocar se necesita el esfuerzo tanto de la mano izquierda como de la derecha para lograr el sonido deseado y ese esfuerzo convertido en disciplina y determinación debe ser el impulso necesario para mejorar, filosofía que puede ser llevada sin pérdida a cualquier aspecto de la vida.
Luego llegó el turno de la música, donde los presentes nos dimos un banquete con un plato cada vez mejor que el anterior. Cheo Hurtado inició la fiesta interpretando Concierto en la Llanura dando un abreboca de lo que se venía y siguió con su interpretación de La Bella. Y eso era el comienzo porque inmediatamente hizo entrar al escenario a los aventajados alumnos de La Siembra en 11 años. No fueron los 53 de la edición de 2014 pero igualmente bien representados entre lo más granado de la cuatrística actual y conducidos por Cheo arrancaron con Quitapesares donde cada uno tuvo su oportunidad de mostrar su estilo propio. Luego siguieron con el valse “Detrás de tu sombra”, pieza que todo cuatrista recuerda con cariño porque es una de las piezas que se aprenden en las primeras lecciones y que pese a que la hemos conocido como vals venezolano, en realidad proviene de Ecuador. Y cerraron esa primera parte con joropos mirandinos mostrando las posibilidades de nuestro instrumento en géneros que le son atípicos.
Luego, como el explosivo que lleva su mismo nombre, explotó una bomba en el escenario cuando entraron Jorge Glem y Héctor Molina en nombre de C4 Trio. En esta ocasión sin la presencia de Edward Ramírez, quien estaba grabando en el momento del espectáculo sin embargo hicieron todo lo posible para que no se hiciera notar su ausencia interpretando magistralmente, con picardía y desparpajo un zumba que zumba y luego una samba. Y eso no era todo. Había más platos que probar sin contar postre y café.
No podía faltar en esta ocasión el aporte de Ensamble Gurrufío y su virtuosismo jazzístico para interpretar la música tradicional. Y si en “Detrás de tu sombra” evoqué aquellas primeras lecciones de cuatro hace 25 años, con Gurrufío tocando sus piezas más conocidas como Apure en un viaje, El Trabadedos y Atardecer entre otras recordé todo lo que me hizo enamorar de la música tradicional llevada al mundo académico. Me hizo recordar qué me llevó en el 98 a comprar mi primer CD de Gurrufío, aquella entrevista donde Luis Julio Toro decía que “matar tigre” no estaba en el léxico de Gurrufio y ese virtuosismo del trabajo bien hecho y bien gozado desde su nacimiento, sin ceder en los principios ni renunciar a la calidad que nos han tenido acostumbrados.
Luego y para finalizar no hay fiesta de músico venezolano donde no haya un ventetú ni donde los colegas no lleguen con instrumento en mano a tocar a su entera voluntad. Volvieron los muchachos de La Siembra al escenario y nuevamente con una onda nueva compuesta por Cheo Hurtado llamada “La Siembra del Cuatro” se pusieron de manifiesto las personalidades y los estilos propios. Pero eso no es todo. Ahora sí y para finalizar, aprovechando que el “Pollo” Brito estaba entre el público y que Cheo lo invitó a tocar comenzó la descarga de la noche. Y con un pajarillo de más de diez minutos donde cada cuatrista tocó a su entero aire y con todo el placer del mundo en una jam session que nada tenía que envidiar a la de los más connotados jazzistas se le dio a esta velada un cierre por todo lo alto y un momento sin duda inolvidable, hasta la próxima.
2016 había arrancado con dolor en el corazón de todos los cuatristas cuando el Señor decidió llevarse para la banda del cielo a Hernán Gamboa, sin duda el gran padre de toda esta Siembra convertida en cosecha. Hoy desde el cielo estarían celebrando este momento y estarían tocando también Freddy Reyna, Sir Augusto Ramírez y Hernán sus mejores acordes y su mejor estilo. Y es que ellos y demás grandes cuatristas viven en el deseo de cada niño que va ilusionado a su primera lección, en cada solo del virtuoso, en la mística del maestro deseoso de enseñar, en cada canción entre amigos de fiesta, en cada ensamble, en cada estudiantina, en cada director coral que usa su cuatro para acompañar y dar la nota y en cada venezolano que ve en su instrumento nacional la Venezuela que queremos sin mezquindad ni división. Ese es el mejor homenaje para nuestro cuatro.