Ya hace muchísimos años que el cuatro dejó de ser sinónimo directo único y exclusivo de la música venezolana. Gracias a la labor de decenas de cuatristas, hemos logrado que el instrumento nacional se reconozca como un instrumento independiente, con carácter y fuerza y con capacidad de sorprender hasta en las más recónditas latitudes.
Ahora, cuando uno escucha que viene un cuatrista a tocar ya no piensa en música de mala calidad o alguien pegando gritos, más bien se pregunta ¨¿qué tocará? ¿tocará canciones solistas? ¿algún jazz, un son, o música venezolana instrumental de esa moderna que se escucha tanto?¨. Es definitivamente otra época y nos alegra estar acá para presenciarla.
Si se preguntan si es la época de oro del instrumento, pues no. Ahora es que falta, pero definitivamente es la época clave, donde se está produciendo la mayor revolución musical de la historia venezolana. Probablemente dentro de unas décadas, estos años que estamos viviendo se estudiarán en salones de clases de música y serán muchas las referencias a los origenes del cuatro moderno.
Si no, vean como nuestro cuatro ya está triunfando en escenarios internacionales, con presentaciones de cuatristas de la talla de Jorge Glem, Rafael ¨El pollo¨ brito, Jorge Polanco, entre otros. Estamos comenzando darnos a conocer, obteniendo participaciones en eventos de relevancia, también en escenarios donde nunca habíamos podido estar, como es el caso de los Grammy Latinos, donde el mismo Jorge Glem ya tuvo una participación.
Esto es, yo pienso, uno de los pasos más avanzados que ha dado nuestro instrumento en la última década. Si seguimos así, pronto estaremos escuchando el cuatro regularmente en grupos de rock o pop, mezclando lo moderno con lo tradicional en países donde ni nos imaginábamos que podía estar y dios mediante, en algunas décadas más, lo estaremos escuchando en eventos internacionales tocado de manera magistral por músicos que no sean venezolanos ni hablen español.