Para hablar de los grupos corales venezolanos es necesario partir de algunas premisas: La primera es que al igual que pasa en los grupos corales de cualquier país, el plato fuerte del repertorio siempre está orientado a la música que se compone en nuestro país. La segunda es que no podemos olvidar que más del 90% de nuestros géneros musicales tradicionales cuentan con el cuatro como principal instrumento de base y en consecuencia es difícil prescindir del mismo a la hora de interpretar nuestra música aunque las piezas estén arregladas coralmente.
Venezuela es un país que tiene una enorme riqueza a nivel de su música tradicional. A lo largo y ancho de nuestro territorio la música que se produce en el marco de nuestro folklore es diversa y cambia no solamente cuando vamos de una región a otra sino que incluso varía hasta entre poblaciones vecinas. Pero eso sí, en nuestra música el cuatro es rey porque es parte de la instrumentación de la inmensa mayoría y eso es posible gracias a su combinación de ritmo, melodía y armonía que se puede producir en simultáneo y que aventaja a instrumentos más grandes y más complejos.
A lo largo de la historia del canto coral en Venezuela hemos tenido grandes músicos, compositores, recopiladores, arreglistas, directores y agrupaciones que con gran esfuerzo se han dedicado a realizar el trabajo de crear a partir de nuestras canciones diversidad de arreglos, polifonías, adaptaciones a diversos tipos de formación coral. Si bien es cierto que la mayoría de la música escrita para coro se concibe para el canto a capella para dar lucimiento a la voz humana, en nuestra música tradicional esos arreglos adolecen de una gran desnudez si no se le incorpora el incomparable y rítmico sonido de nuestro cuatro. De hecho, durante mi experiencia como coralista han llegado a mis manos diversas partituras de canciones tradicionales donde aparte de las líneas escritas para cada voz aparecen en forma de cifrado los acordes para cuatro que acompañan cada canción.
Llegado este punto considero necesario recalcar lo siguiente: Para el canto coral el cuatro es siempre acompañante, jamás solista. Hago hincapié en ese aspecto para recordar que en una coral el protagonismo siempre descansa en la voz humana, tanto en las voces que se encargan de dibujar la línea melódica de cada canción como en aquellas que dan base armónica, adornan en contrapunto, superponen líneas adicionales y juegan con la música hasta crear un sonido agradable al oído. Así como en una orquesta cada instrumento representa una voz y tiene una función, el cuatro representa una voz propia importantísima dentro de su rol de principal acompañante.
Un acompañante por demás especial ya que sirve principalmente como referencia sonora para asegurar que la afinación del conjunto se mantenga y como referencia rítmica para asegurar que el conjunto vocal respete el tiempo de su línea, evite adelantarse o atrasarse ya que lograr la homogeneidad del sonido en el canto coral requiere que se respete minuciosamente tanto la duración de cada nota como el sonido de la misma. Había mencionado de hecho en la entrada anterior que la mayoría de los directores corales del país son buenos cuatristas, pero incluso donde el director no es cuatrista al menos un integrante de la coral lo es y asume junto con el director esa importante labor de acompañar.
¿Qué se espera de un buen cuatrista coral? Básicamente que ejecute con precisión los ritmos y tiempos de cada pieza en respeto de la esencia del arreglo y la canción y que domine los acordes de que se compone la pieza para que pueda hacer correctamente su labor de acompañar. Se espera que sea capaz de interpretar el pie de la letra el cifrado escrito para el arreglo, pero en caso de que no sea posible debe asegurar el mínimo de facilidades para que la pieza se interprete y tenga un buen sonido, evitando desconcentraciones y pérdidas para sus compañeros vocales ya que como acompañante debe actuar como un facilitador. En consecuencia un cuatrista coral debe sentirse plenamente cómodo con el instrumento que toca, los arreglos a interpretar y tener capacidad de resolver para lograr la mayor colaboración para sus compañeros sin pretender protagonizar, excepto claro está en aquellos pasajes de los arreglos que se lo permita (por ejemplo en los intermedios). Asimismo debe dedicar un tiempo adicional para estudiar las piezas aparte de sus demás funciones en el coro (en el caso de que sea coralista para ser capaz de cantar y tocar a la vez sin contratiempos y en el caso de los directores adaptar sus instrucciones y gestos al hecho de que sus manos están ocupadas en el uso del cuatro). Solo así es posible que el cuatro sea el complemento ideal para el riquísimo repertorio coral de nuestro país.
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