Créditos foto: Jorge Glem | Manuel Sarda
Imposible que el arquitecto milanés Gio Ponti sospechara, cuando comenzó a hacer los trazos en su mesa de dibujo de Via Dezza a comienzos de los años cincuenta, que su primera obra en suelo venezolano sería un factor fundamental en la construcción de otra pieza moderna y osada, digna de un movimiento musical que propone vanguardia partiendo de la tradición.
La quinta El Cerrito, creación del italiano que está ubicada en Colinas de San Román, fue convertida por Germán Landaeta, maestro del sonido, en un laboratorio. El resultado de los experimentos que se realizaron durante el tercer fin de semana de diciembre de 2010 fue un álbum imperfecto y embriagante, el primero que edita el Jorge Glem Cuarteto.
El cumanés, prodigio del cuatro y miembro de C4 Trío y EnCayapa –ambas pertenecientes al colectivo Movida Acústica Urbana–, reunió un puñado de temas y creó un ensamble a su gusto. Comenzó a tocar a dúo con el bajista Rodner Padilla, con quien comparte en ambas agrupaciones, y luego a trío con el percusionista Diego “el Negro” Álvarez. El cuarto personaje que se sumó fue Rafael Greco, quien le inyectó a la fórmula un elegante instrumento solista: el saxofón.
Habían transcurrido 10 años desde la última vez que Landaeta trabajó como productor e ingeniero de grabación. Pero fue la disposición de Glem a la experimentación y el poder de la música lo que lo estimularon a aceptar el reto. Pero no lo asumió como un proyecto más: se involucró como un quinto integrante.
Cuenta Landaeta que cuando visitó Villa Planchart por primera vez, acompañado por Glem, comenzó a imaginar el disco apenas se bajó del vehículo y escuchó los pájaros, el viento y las ramas de un samán que al final le dio nombre a la introducción. Con esos sonidos comienza el álbum. Y culmina con la participación de grillos y otros cantores nocturnos, todos grabados por los mismos micrófonos que registraron las ondas emitidas por instrumentos musicales.
“No podía ser antiséptico. Tenía que resonar”, dice mientras suena el producto de la grabación. “Es prácticamente una sola toma. Todos los ecos fueron naturales, por eso instalamos micrófonos en toda la sala, incluso en los jardines. No hubo reparaciones –como suele ocurrir– porque lo que buscamos fue aprovechar la frescura de la primera toma”.
La afirmación no excluye al tema “Sin previo aviso”, que fue producto de un jamming. Los músicos participaron en un juego que sólo puede generar algo positivo cuando se trata de extraordinarios artistas. Sin acordar nada, uno de ellos propuso algo desde su instrumento. El resto lo siguió y con la vista acordaron variantes y transiciones sobre la marcha. Le dieron rienda suelta a solos y emocionantes episodios en conjunto.
“Primero pensé que Germán estaba loco”, expresa Glem y suelta una carcajada: “No sabíamos lo que iba a pasar. Cuando empezamos a escuchar la primera toma se produjo uno de los momentos más grandes que he vivido en cuanto a música y sonido. Hubo una magia en esa casa. Allí simplemente te dejas llevar y pasan cosas increíbles. Es un disco que me ha marcado. Fueron como 10 años de conocimientos en sólo 2 días”.
Glem, Álvarez, Padilla y Greco –y Landaeta– interpretaron canciones de autores como Paquito D’Rivera y Hamilton de Holanda, quienes, al igual que José Luis Pardo (Los Amigos Invisibles) y Jordan Rudess (Dream Theater), dejaron comentarios por escrito para el arte final, que realizó Raquel Rangel inspirada en la letra y los bocetos de Ponti. También tocaron piezas de Leo Blanco, Bruno Martino y tres creaciones del cuatrista: “Pez volador”, “Bily” y “ER Blues”, dedicada a Ernesto Rangel. El disco es un viaje progresivo, con picos de euforia y momentos taciturnos, que representa un paso adelante para la música instrumental venezolana.
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Jorge Glem Cuarteto: En El Cerrito
18 de mayo
8:00 pm
Teatro de Chacao, Centro Cultural Chacao, avenida Tamanaco, El Rosal
Información: www.guatacaproducciones.com ywww.culturachacao.org
Fuente: El Nacional